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Sao Paulo, ... pasos y huellas


En este apartado del blog sobre Sau Paulo, pretendo mostrar como se constituyó este estado de Brasil, repasando su historia, sus pobladores, su cultura, ... para conseguir fotografiar este rincón de América del Sur, donde mi hijo Ricardo Alfaro en el verano del 2010 fué a trabajar en la universidad de Sau Paulo (en el campus de Ilha Solteira).
Cuando se habla del Estado de São Paulo siempre es de forma superlativa. Es el Estado con la mayor población, el mayor parque industrial, la mayor producción económica, el mayor registro de inmigrantes y, como también no sería posible dejar de ser, con toda la complejidad del Estado más cosmopolita de América del Sur. Fue construido con el sudor y el trabajo duro de pueblos de todas las partes de Brasil y del mundo, manteniendo arraigada en cada pedazo de tierra la vocación para el trabajo.

Son 645 municipios y una población que llega a los casi 40 millones de habitantes. Con la mejor infraestructura y mano de obra calificada, São Paulo se conoce como la "Locomotora de Brasil". El Estado produce de todo, principalmente productos de alta tecnología. Pero la distinción no es solamente en la industria. El paulista también hizo de la agricultura y de la pecuaria una potencia. En la economía, son más de 258 centros comerciales y una amplia red de comercios de ventas al por mayor y al menudeo distribuida por todo el Estado, y la participación de São Paulo en el sistema bancario brasileño llega a los casi 50% de todo el volumen en circulación. Es en la capital que está la mayor bolsa de valores de América Latina.

Desde el siglo XVI este rincón del mundo se fué transformando de su histórica cultura a medida de un montón de cambios organizativos en su sociedad, de tal forma que comenzaremos en este apartado con el periodo colonial de 1532, para seguir con el dominio de la corona portuguesa en 1808 y con el período de la República en 1888 cuando se abolió la exclavitud.
La colonización de São Paulo comenzó en 1532 cuando, el 21 de Enero, Martim Afonso de Souza fundó el poblado que, más tarde, sería llamado de Villa de São Vicente, una de las más antiguas de Brasil y la más remota de la colonia. Dando continuidad a la exploración de la tierra y en busca de nuevos pueblos para evangelizar, en el cumplimiento de la misión que los había traído hacia el Nuevo Mundo, un grupo de Jesuitas, del cual hacían parte José de Anchieta y Manoel da Nóbrega, escaló la Serra do Mar llegando al altiplano de Piratininga, donde encontraron, según cartas enviadas a Portugal, "una tierra muy sana, fresca y de buenas aguas". Del punto de vista de la seguridad, la ubicación topográfica de São Paulo era perfecta: estaba situada en una colina alta y plana, que facilitaba la defensa contra ataques de los indios hostiles. En ese lugar, el 25 de enero de 1554, fundaron un colegio alrededor del cual se inició la construcción de las primeras casas de tapia que darían origen al poblado de São Paulo de Piratininga. En 1560, el poblado obtuvo prerrogativa de Villa.

Al principio, São Paulo vivía de la agricultura de subsistencia, aprisionando indios para trabajar como esclavos en la frustrada tentativa de implementar en gran escala la cosecha de caña de azúcar. Pero el sueño ya era entonces la descubierta del oro y de los metales preciosos. Así, en la segunda mitad del siglo comenzaron los viajes de reconocimiento al interior del país a través de las "bandeiras", expediciones organizadas para aprisionar indios y buscar metales y piedras preciosas en los "sertões" distantes, dando inicio a las conquistas de las "Minas Gerais". En 1681 São Paulo fue considerada la cabeza de la Capitanía, que incluía entonces un territorio mucho mayor que el del actual Estado. A pesar de la Villa haber sido elevada, en 1711, a la categoría de Ciudad, el propio éxito del emprendimiento bandeirante hizo con que la Corona desmembrase la Capitanía, para tener control exclusivo sobre la región de las Minas. Por eso, a lo largo de todo el siglo XVIII, São Paulo continuó siendo solamente el cuartel general de donde no cesaban de partir las "bandeiras", responsables por la ampliación del territorio brasileño al sur y al sudoeste, mucho más adelante de la línea de Tordesillas, en proporción directa al exterminio de las naciones indígenas que resistían a ese emprendimiento. De todo eso resultó la proverbial pobreza de la provincia de São Paulo en la época colonial, carente de una actividad económica lucrativa como la del cultivo de la caña de azúcar en el nordeste, contando principalmente con la mano de obra indígena, y sin sus hombres válidos, que partían para el "sertão", a rediseñar las fronteras de Brasil.

Durante los tres primeros siglos de la colonización, el número de indios y mamelucos (nombre dado por los españoles a los bandeirantes paulistas) superó y mucho al de los europeos. Hasta mediados del siglo XVIII, predominaba entre la población una "lengua general" de base tupí-guaraní, siendo la más hablada en toda la región. Durante el período de la unión de las coronas ibéricas, entre 1580 y 1640, se estima que el español haya sido la segunda lengua más hablada de la Villa de São Paulo. Después de la Independencia, en 1822, los africanos representaban alrededor de los 25% de la población, y los mulatos más de 40%. Ya se mostraba insignificante la presencia de indios en las zonas ocupadas por la colonización, especialmente en las labranzas de azúcar, iniciadas con éxito en el Litoral Norte y en la región entre Itú y Sorocaba. Así, la gran transformación de la economía paulista tuvo lugar en la pasada del siglo XVIII para el XIX, cuando las plantaciones de café comenzaron a sustituir las de caña de azúcar y a prepararse para ocupar el primer lugar en la economía nacional.

El fin de la colonia se anticipa, en el propio período colonial, con la llegada de la Familia Real portuguesa a Brasil en 1808, huyendo del avance de las tropas napoleónicas. D. João VI inició entonces una serie de reformas que, de la arquitectura a la enseñanza superior, de la civilidad urbana a los proyectos artísticos, tendrían que adecuar el país para recibir el Vicerreinado que abrigaba la Corona portuguesa, y que de hecho prepararían su independencia. São Paulo también se beneficiaría mucho con esas transformaciones. Fue en territorio paulista que, el 7 de septiembre de 1822, el heredero del trono portugués, el Príncipe Dom Pedro, declaró la independencia de Brasil, siendo aclamado Emperador con el título Dom Pedro I. Con su renuncia en los años 30, en medio a la agitación política antilusitana, vino el conturbado período de la Regencia que, en la segunda mitad del siglo, con la ascensión al trono de D. Pedro II, daría lugar a un período de inusitado desarrollo y prosperidad del país, principalmente después de la consolidación de la agricultura del café como el principal producto de exportación brasileño.


Fue en esa época que São Paulo pasó a asumir una posición de destaque en el escenario nacional, con el avance de los cafetales, que encontraron el suelo ideal en la tierra roja del norte de la provincia. La expansión del cultivo del café exigió la multiplicación de los ferrocarriles, iniciándose entonces (1860-61) en Santos y São Paulo los trabajos para la construcción del Ferrocarril Santos-Jundiaí, la São Paulo Railway, responsable por el primer tren a unir las dos ciudades. Ese fue un período de grandes transformaciones, marcado por la crisis de la esclavitud que, en 1888, con la abolición de la esclavitud, daría lugar, entre otros hechos, a la llegada en masa de inmigrantes, principal solución para el problema de la mano de obra en la labranza del café.

São Paulo prosperó mucho en esa época y la capital de la provincia pasó por una verdadera revolución urbanística, resultado de la necesidad de transformar una ciudad recatada, poco más que un entrepuesto comercial, en la capital de la nueva elite económica que en la época se imponía al país. A mediados de 1860, la ciudad de São Paulo ya era bien diferente de la antigua ciudad colonial. Los primeros faroles de la calle quemaban aceite de ricino o de ballena y la ciudad ya contaba con un parque público, el Jardim da Luz, que pasaría por extensas reformas al final del siglo. En ese período, a medida que la ciudad se expandía en todas las direcciones, se consolidaba también un núcleo urbano moderno alrededor de algunos marcos simbólicos como la Estación de la São Paulo Railway y el Jardim da Luz. A su alrededor surgieron barrios residenciales de elite como los Campos Eliseos y allí fueron abiertos bulevares al estilo parisiense, como la Avenida Tiradentes. Los ferrocarriles también permitieron que surgiesen nuevos barmigrantesrios populares al lado de la Estación de la São Paulo Railway, como Bom Retiro y Bras, cuya población fue reforzada con la Hospedería de los Inmigrantes.

Los edificios públicos también se multiplicaron: asamblea, cámara, foro, escuelas, cuarteles, cárceles, casas para niños desamparados. Decenas de iglesias, conventos y monasterios aun continuaban, como en los tiempos de la colonia, a extenderse por todas partes. En el área cultural, artistas de circo, actores de teatro, poetas y cantores comenzaron a consolidar su lugar en la ciudad, junto con el primer periódico. Las transformaciones en el período también asumieron otras facetas. La llegada de millamigrantesmigrantes, además de resolver el problema de la mano de obra de la agricultura cafetera, permitió mayor ocupación del interior del estado. Fueron creadas las condiciones necesarias para que pequeñas fábricas, subsidiarias del café, diesen los primeros pasos hacia la industrialización. Con el interior ya integrado al escenario del rápido crecimiento de la provincia, comenzó la preocupación con la construcción de nuevas carreteras, previéndose la interiorización de los cafetales y la prosperidad que sería sacramentada con la República.

El fin del Imperio ya estaba sellado cuando fue declarada la abolición de la esclavitud en 1888. La pérdida de apoyo de las elites conservadoras, agravada por las fricciones del Emperador con la Iglesia, en la llamada "Cuestión religiosa", y la crisis en el ejército después de la Guerra del Paraguay, origen de la "Cuestión militar", determinaría la caída de D. Pedro II y sería depuesto por un movimiento militar liderado por el Mariscal Deodoro da Fonseca en 1889. Tuvo inicio entonces el primer período republicano en Brasil. Hasta 1930, la República está controlada por las oligarquías agrarias de São Paulo, Minas Gerais y Rio de Janeiro. La importancia económica del café producido en São Paulo y del ganado en Minas Gerais sostiene la "política del café con leche", en que paulistas y mineiros se alternan en la presidencia de la República. En verdad, São Paulo solamente mantenía el poder que había conquistado con la consolidación de las nuevas bases económicas del país en las últimas décadas del Imperio.

El ferrocarril contribuía a la expansión del cultivo del café, atraía inmigrantes y permitía la colonización de nuevas áreas, en cuanto en las ciudades la industrialización avanzaba, creaba nuevos contornos urbanos y abría espacio para nuevas clases sociales, los obreros y la clase media. Más próspero que nunca, y ahora, un Estado verdadero dentro de la Federación, São Paulo veía surgir cada día una novedad diferente; la electricidad sustituía el farol a gas, llegaban los primeros automóviles (el primero de todos perteneció al padre de Santos Dumont, en 1892); crecían las líneas de tranvías eléctricos; se construían en la capital grandes obras urbanas, entre ellas, el "Viaduto do Chá" y la Avenida Paulista.

La singularidad de ese período consiste en la forma intensa con que todo se multiplica, desde la inmigración, que en el campo sostiene el cultivo del café, hasta el desarrollo de las ciudades, que llevan São Paulo a perder sus facciones de provincia y convertirse en la economía más dinámica del país. Todo el Estado paulista se transforma. Santos, Jundiaí, Itu, Campinas y diversas otras villas pasan a convivir con la sirena de las fábricas y con una nueva clase proletaria. Las huelgas y los "tumultos callejeros" se tornan asunto cotidiano de los registros policíacos, al mismo tiempo que comienza a mostrarse claramente la precariedad de la infraestructura urbana, exigida por la industrialización.


Uno de los graves problemas pasó a ser la producción de energía, centro de atención de las autoridades estatales. En 1900 fue inaugurada en São Paulo, la Light, empresa canadiense y principal responsable por el sector hasta 1970. El Estado pasó a tener una significativa capacidad de producción de energía, lo que fue decisivo para el gran desarrollo industrial verificado entre 1930 y 1940. En ese nuevo contexto, más de una decena de pequeñas hidroeléctricas comenzaron a ser construidas, principalmente con el capital extranjero.

En ese período de la Primera República, la aristocracia cafetera paulista vive su apogeo. Pero la Revolución de 1930 pone un fin al liderazgo de la oligarquía cafetera, trayendo para el primer plano los Estados menores de la Federación, bajo el liderazgo de Rio Grande do Sul de Getulio Vargas. Las oligarquías paulistas promueven, contra el movimiento de 1930, la Revolución Constitucionalista en 1932, pero son derrotadas, a pesar de la pujanza económica demostrada por el Estado de São Paulo.

En 1930, los carriles de sus ferrocarriles llegaban a las proximidades del río Paraná y la colonización ocupaba más de un tercio del Estado. Las ciudades se multiplicaban. Socialmente, el Estado, con su más de un millón de inmigrantes, se transformaba en una torre de babel, profundamente marcado por las diferentes culturas traídas de más de 60 países.

En la última década de la Vieja República, el modelo económico y político que sustentaba el predominio de São Paulo mostraba su agotamiento. Después de la Revolución de 1930, el país vivió un período de inestabilidad que favoreció la instalación de la dictadura de Getúlio Vargas, período de ocho años que terminó junto con la Segunda Guerra Mundial, abriendo un período de redemocratización y la instalación de la llamada Segunda República.

Entretanto, en el plano económico, el café superó la crisis por que pasó en el inicio de la década de 1930 y fue estimulado por buenos precios durante la guerra, favoreciendo la recuperación de São Paulo. Mas, ahora, era el momento de la industria, impulsionada, entre otros motivos, por los capitales desplazados de la agricultura.

Poco después, otro gran salto sería dado, con la llegada de la industria automovilística en São Paulo, el carro-jefe de la economía nacional desde la década de 1950. A partir de esta actividad, el estado paulista se transformó en el mayor parque industrial del país, posición que continuó a mantener no obstante las transformaciones económicas y políticas vividas por el país, desde el fin de la Segunda República, la instalación de los gobiernos militares y el nuevo período de redemocratización vivido desde el final de la década de 1980



(información seleccionada entre varios artículos publicados en la página oficial del gobierno de Sau Paulo) http://www.saopaulo.sp.gov....

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