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Biodiversidad,... reto y vida



Tras las huellas de la biodiversidad
Científicos alemanes y brasileños investigan en la selva húmeda costera Bosque Atlántico cómo puede protegerse mejor ese ecosistema amenazado

El Bosque Atlántico se extiende por más de 3000 kilómetros a lo largo de la costa brasileña.


Esa selva tropical está considerada uno de los hábitats naturales de más rica fauna en el mundo.



Muchos de sus animales y plantas existen sólo en esa zona, en las faldas de la Sierra del Mar.


Pero la paradisíaca región costera ha atraído a muchos seres humanos.


En la franja al borde del Atlántico viven unos 120 millones de seres humanos, unos dos tercios de la población total del Brasil.


“De la superficie selvática original queda lamentablemente sólo menos del siete por ciento y también esas zonas han sufrido por la influencia humana”, dice el biólogo alemán Hubert Höfer, director del departamento de zoología del Museo de Ciencias Naturales de Karlsruhe, que coordina uno de los proyectos del Programa de Investigación Germano-Brasileño para el Bosque Atlántico.






La cooperación es apoyada por el Ministerio Federal Alemán de Educación e Investigación (BMBF) con dos millones de euros por año y de la parte brasileña por el Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPa).

Höfer y sus colegas buscan en el Estado de Paraná “organismos indicadores” que permiten sacar conclusiones sobre el estado del ecosistema.


“En esta región se conocen sólo las plantas, las aves y los mamíferos, pero el 75 de todas las especies animales son insectos”, explica Höfer.



El equipo analiza desde el 2003 la fauna del suelo.


Desde hormigas, pasando por escarabajos, arañas y gusanos hasta bacterias y hongos, los organismos son registrados y se determina su importancia para el ecosistema.


Gracias a la cooperación con la ONG Sociedad de Investigaciones de la Vida Silvestre y Educación Ambiental (SPVS), que compró y reforestó terrenos no cultivados, los investigadores pueden ver cómo vuelve a desarrollarse la comunidad ecológica de la selva.


Una especie animal llamó particularmente la atención a los zoólogos: por todos lados se halla en gran número la lombriz “Pontoscolex corethrurus”, cuyo origen se supone es la Guyana Francesa.



Hoy es el habitante típico de las superficies agrícolas en casi toda América del Sur.

En otro proyecto en el vecino Estado de Santa Catarina, zoólogos de las universidades de Florianópolis y Tubinga investigan las interrelaciones entre animales y plantas tomando como ejemplo las Bromeliáceas.


En las rosetas de hojas de las piñas se junta a menudo agua de lluvia.


Esos mini charcos y las tupidas hojas de la planta brindan un hábitat protegido a muchos pequeños animales.






El microcosmos de las Bromeliáceas es considerado un modelo para el desarrollo de la selva tropical lluviosa.

Algo más al norte, sobre la meseta de San Pablo, comienza la fragmentación del Bosque Atlántico en trozos aislados de selva.


Un grupo de investigadores de la Universidad de San Pablo y el Centro Helmholtz de Investigaciones Ambientales dirigido por Klaus Henle, de Leipzig, analiza allí desde 2003 qué influencia tiene la situación insular sobre la biodiversidad.





En términos generales se constató que en caso de una reducción de superficie de un 90 por ciento se pierde el 50 por ciento de las especies.


Ello es válido sólo a corto plazo. “A largo plazo se pierden muchas más especies”, dice Henle.


Para determinar en qué estado se halla el Bosque Atlántico, los investigadores determinan cuántas especies animales viven en qué número en las islas de selva.


Sobre la base de esos y otros datos acerca del trozo de selva, los biólogos desarrollan modelos computarizados con los que se puede pronosticar el desarrollo y la capacidad de regeneración del ecosistema.



“Para animales como el jaguar y el tapir, que necesitan mucho espacio, las perspectivas no son buenas”, pronostica Henle.


De ayuda pueden servir franjas de selva que conecten entre sí los fragmentos y posibiliten que los animales puedan trasladarse de uno a otro.

Un proyecto similar comenzó ya en 2002 e el Estado de Río de Janeiro. Allí, científicos de diversas universidades de Río de Janeiro y San Pablo, la Empresa Brasileña de Investigaciones Agropecuarias (EMBRAPA) y el Instituto de Tecnología Tropical (ITT) de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Colonia investigan las comunidades ecológicas en las faldas de montaña menos fértiles.






Hartmut Gaese, del ITT:“Hemos analizado las interrelaciones entre la vegetación, el nivel de las aguas freáticas y los animales a diferentes alturas.”


También con esos datos simulan los investigadores en la computadora cómo puede desarrollarse la selva.


El objetivo es que los resultados coadyuven a mejorar el uso agrícola de las tierras y se pueda conservar la biodiversidad.


“Sin árboles, el agua se evapora rápidamente del suelo o corre pendiente abajo”, dice Gaese.


Por ello no es muy sensato crear una zona de pastura arriba en una falda, porque se secaría en corto tiempo.





En el norte del Bosque Atlántico, cerca de la ciudad de Recife, se han conservado algunos trozos aislados de selva entre las plantaciones de caña de azúcar.


Científicos de la Universidad de Ulm y diversos institutos de investigación del Estado de Pernambuco analizan si la diversidad de animales y plantas puede conservarse también allí, pero constataron que la interrelación entre los organismos ya está considerablemente afectada en las islas de selva.





Las semillas de árboles, por ejemplo, se diseminan poco, porque faltan determinadas especies animales.


Los investigadores estudian ahora si la renaturalización puede ser apoyada con una diseminación de semillas por parte del ser humano.

También el biólogo Höfer hace planes para el futuro: quiere hacer accesibles para todos los conocimientos logrados en los proyectos.





Por ello ha fundado, junto con la Universidad de Paraná y el portal de Internet “Taxonline” el Centro Integrado para la Conservación de la Biodiversidad de la Bosque Atlántico “In Bio Veritas”.



Su objetivo es concentrar los conocimientos sobre el Bosque Atlántico y realizar un aporte a la educación ambiental en general.



Artículo de Maren Peters
http://www.inbioveritas.net/


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